Reflexiones de una soñadora sin sueños 4: literatura juvenil.
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En primer lugar: muchas gracias a todos los que me estáis ayudando a promocionar mi blog, me estáis ayudando un montón.
Mi pasión por la lectura siempre ha estado ahí. Desde pequeña he leído, y sobre todo los libros de los cinco, que me gustaban tanto. Pero hubo una época en que dejé de leer, fué de los 8 a los 10 años. No sé por qué, pero en esa época no cogí un libro. Luego llegó a mis manos Crepúsculo, me lo leí con 10 años y me encantó. Supongo que para las lecturas yo siempre he sido un poco adelantada, pero es que vi esa manzana roja en la portada y sentí cómo me llamaba. Esa fue la puerta que crucé hacia la literatura juvenil, la que sigo leyendo hasta ahora, aunque por mis manos también han pasado otros libros que no eran tan juveniles y me han gustado también.
Pero no ha sido lo mismo leer un libro juvenil de uno adulto. Por ejemplo, me leí la Sombra del viento y me gustó muchísimo, me pareció una historia increíble, era un libro que te transportaba directamente a otro lugar. Pero no era literatura juvenil, y para mí este tipo de literatura tiene un punto, un toque muy especial que a la adulta le falta.
Siempre me he imaginado que las novelas adultas iban destinadas a gente seria, importante y ocupada. Ya me he dado cuenta de que no es así, pero de todas formas hay algo muy importante que la literatura adulta no tiene, o muy pocas obras la han tenido. Hablo de la magia. Algo imprescindible para mí. La magia es la puerta de todo y de todos. Pero parece que cuando te vas haciendo mayor vas perdiendo la magia que poseías de pequeño. Para mí es un hecho triste, pero en fin, espero seguir leyendo literatura juvenil durante muchos años más.
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